Dios sabe que nunca hemos de avergonzarnos de nuestras lágrimas, porque son la lluvia que limpia el cegador polvo de la tierra que recubre nuestros corazones endurecidos.
Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año.
Nunca es tarde para el arrepentimiento y la reparación.
Cada fracaso le enseña al hombre algo que necesitaba aprender.
El hombre nunca sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta.
Hay grandes hombres que hacen a todos los demás sentirse pequeños. Pero la verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes.
Hay cuerdas en el corazón humano que sería mejor no hacerlas vibrar.
El número de malhechores no autoriza el crimen.
Cuando lo hayas encontrado, anótalo.