Un hombre es la suma de sus desdichas. Se podría creer que la desdicha terminará un día por cansarse, pero entonces es el tiempo el que se convierte en nuestra desdicha.
Algunas personas son amables sólo porque no se atreven a ser de otra forma.
La sabiduría suprema es tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen.
Los que pueden actúan, y los que no pueden, y sufren por ello, escriben.
Lo más triste es que la única cosa que se puede hacer durante ocho horas al día es trabajar.
El pasado nunca se muere, ni siquiera es pasado.
No te molestes en ser mejor que tus contemporáneos o tus predecesores, intenta ser mejor que tú mismo.
No podrás nadar hacia nuevos horizontes si no tienes el valor de perder de vista la costa.
Debemos ser libres no porque reclamamos la libertad sino porque la practicamos.