El hombre es una infinitamente pequeña copia de Dios. Bastante gloria es ésta para el hombre. A pesar de mi insignificancia, reconozco que Dios está en mí.
El ojo ve bien a Dios solamente a través de las lágrimas.
A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad.
Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga.
La libertad de amar no es menos sagrada que la libertad de pensar. Lo que hoy se llama adulterio, antaño se llamó herejía.
En los ojos del joven, arde la llama; en los del viejo, brilla la luz.
Ciertos pensamientos son plegarias. Hay momentos en que, sea cual fuere la actividad del cuerpo, el alma está de rodillas.
Cuando el amor es feliz lleva al alma a la dulzura y a la bondad.
La conciencia es la presencia de Dios en el hombre.