La intuición de una mujer es más precisa que la certeza de un hombre.
Toma problemas prestados, si te lo dicta tu naturaleza, pero no los prestes a tus vecinos.
Seis honrados servidores me enseñaron cuanto sé; sus nombres son cómo, cuándo, dónde, qué, quién y por qué.
Si encomiendas a un hombre más de lo que puede hacer, lo hará. Si solamente le encomiendas lo que puede hacer, no hará nada.
La victoria y el fracaso son dos impostores, y hay que recibirlos con idéntica serenidad y con saludable punto de desdén.
Se aprende más por lo que la gente habla entre sí o por lo que se sobrentiende, que planteándose preguntas.
Siempre me he inclinado a pensar bien de todo el mundo; evita muchos problemas.
Los peores embusteros son nuestros propios temores.
Las palabras son la más potente droga utilizada por la humanidad.