A la gente le da todo igual; mientras no le tiren la basura del otro lado de la tapia, ni le llegue el olor de podredumbre a la terraza, se puede hundir el mundo en mierda.
Todas las juventudes se parecen. Es en la madurez cuando empieza la diferencia, nos diferenciamos en cómo resolvemos esa desazón originaria, en cómo abordamos el cruce de caminos que se nos presenta a la salida de la juventud.
Dije "je t’aime", en lo de amar sobran los adverbios, ni poco ni mucho, se ama o no se ama.
A veces cargamos las cosas con una importancia que sólo existe en nuestra cabeza.