Por los defectos de los demás el sabio corrige los propios.
Así como el ignorante está muerto antes de morir, el hombre de talento vive aun después de muerto.
Me he arrepentido de haber hablado, pero nunca de haber guardado silencio.
Quien sólo vive para sí, está muerto para los demás.
El hombre que no sabe callar tampoco sabe hablar.
Dios mira las manos limpias, no las llenas.
Nadie sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta.
Todo vicio trae siempre su consiguiente excusa.
El que es temido por muchos, debe temer a muchos.
El carácter de cada hombre es el árbitro de su fortuna.