En amor, sólo el principio es maravilloso. Por eso encontramos tanto placer en volver a comenzar de nuevo.
A los hombres se les puede dividir en dos categorías: los que hablan para decir algo, y los que dicen algo por hablar.
Para ser imparcial, hay que tener muchos doblones en el bolsillo.
¿De quién dependen las reputaciones? Casi siempre de los que no tienen ninguna.
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