Temo a Dios, y después de Dios temo principalmente al que no le teme.
Creer que un enemigo débil no puede dañarnos, es creer que una chispa no puede incendiar el bosque.
Teme a quien te teme, aunque él sea una mosca y tú un elefante.
El exceso de severidad produce odio, como el exceso de indulgencia debilita la autoridad.
Si discutes mucho para probar tu sabiduría, pronto probarás tu ignorancia.