Suelen decir que el hombre que apetece soledad tiene mucho de dios o de bestia.
La juventud no es un tiempo de la vida, es un estado del espíritu.
La sangre se hereda, el vicio se apega.
Debe desear todo hombre vivir para saber, y saber para bien vivir.
El socorro en la necesidad, aunque sea poco, ayuda mucho.
A quien las buenas obras no aprovechan y las tiernas palabras no mueven, las malas le domen con duro y riguroso castigo.