Deben buscarse los amigos como los buenos libros. No está la felicidad en que sean muchos ni muy curiosos; sino pocos, buenos y bien conocidos.
La juventud no es un tiempo de la vida, es un estado del espíritu.
La sangre se hereda, el vicio se apega.
Debe desear todo hombre vivir para saber, y saber para bien vivir.
El socorro en la necesidad, aunque sea poco, ayuda mucho.
A quien las buenas obras no aprovechan y las tiernas palabras no mueven, las malas le domen con duro y riguroso castigo.