Los hombres y pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen; los hombres geniales y pueblos fuertes sólo necesitan saber a dónde van.
El hombre que ha perdido la aptitud de borrar sus odios está viejo, irreparablemente.
Enseñemos a perdonar; pero enseñemos también a no ofender. Sería más eficiente.
No se nace joven, hay que adquirir la juventud. Y sin un ideal, no se adquiere.
Los más rezan con los mismos labios que usan para mentir.
Admitamos que la primera vez se ofende por ignorancia; pero creamos que la segunda suele ser por villanía.
A los hombres fuertes les pasa lo que a los barriletes; se elevan cuando es mayor el viento que se opone a su ascenso.
La vida humana representa, la mayor parte de las veces, una ecuación entre el pasado y el futuro.
Los que se quejan de la forma como rebota la pelota, son aquellos que no la saben golpear.
La curiosidad intelectual es la negación de todos los dogmas y la fuerza motriz del libre examen.
La imaginación y la experiencia van de la mano. Solas no andan.