Morir, morir... Morir no es nada. Empieza pues por vivir. Es más divertido y más largo.
Todas las guerras son santas, os desafío a que encontréis un beligerante que no crea tener el cielo de su parte.
Cada uno de nosotros tiene un día, más o menos triste, más o menos lejano, en que, por fin, debe aceptar que es un hombre.
Siempre habrá un perro perdido en alguna parte que me impedirá ser feliz.
Las preocupaciones acaban por comerse unas a otras, y al cabo de diez años, se da uno cuenta de que se sigue viviendo.
Con un poco de imaginación puedes vivir fácilmente toda tu vida en una tarde.