No es tolerante quien no tolera la intolerancia.
Hasta los sentimientos buenos, si se exaltan en demasía, son capaces de conducirnos a errores deplorables.
Un hombre con pereza es un reloj sin cuerda.
Me convencí de que dudar de todo es carecer de lo más preciso de la razón humana, que es el sentido común.
Voluntad firme no es lo mismo que voluntad enérgica y mucho menos que voluntad impetuosa.
La lectura es como el alimento; el provecho no está en proporción de lo que se come, sino de los que se digiere.
¡Ay de los pueblos gobernados por un Poder que ha de pensar en la conservación propia!
La razón es un monarca condenado a luchar de continuo con las pasiones sublevadas.
Se ha de leer mucho, pero no muchos libros; ésta es una regla excelente.
Sólo la inteligencia se examina a sí misma.
El trabajo es un título natural para la propiedad del fruto del mismo, y la legislación que no respete ese principio es intrínsecamente injusta.