Nada hay tan dulce como la patria y los padres propios, aunque uno tenga en tierra extraña y lejana la mansión más opulenta.
Todo hombre sabio ama a la esposa que ha elegido.
La juventud tiene el genio vivo y el juicio débil.
La fortuna es como un vestido: muy holgado nos embaraza, y muy estrecho nos oprime.
El genio se descubre en la fortuna adversa; en la prosperidad se oculta.
Dejemos que el pasado sea el pasado.
Cual la generación de las hojas, así la de los hombres. Esparce el viento las hojas por el suelo, y la selva, reverdeciendo, produce otras al llegar la primavera: de igual suerte, una generación humana nace y otra perece.
Los excelsos regalos de los dioses no pueden ser destruidos con facilidad por los mortales hombres, ni ceder a sus fuerzas.