Un comienzo no desaparece nunca, ni siquiera con un final.
Usar el nombre de alguien durante una conversación era como una caricia casual, como cuando se acaricia el pelo.
Un comienzo no desaparece nunca, ni siquiera con un final.
Usar el nombre de alguien durante una conversación era como una caricia casual, como cuando se acaricia el pelo.