La curiosidad de los niños es una inclinación, que va delante de la instrucción; es menester pues aprovecharse de ella.
El sufrimiento depende no tanto de lo que se padece cuanto de nuestra imaginación, que aumenta nuestros males.
La fuerza no puede jamás persuadir a los hombres; sólo logra hacerlos hipócritas.
El que no ha sufrido no sabe nada; no conoce ni el bien ni el mal; ni conoce a los hombres ni se conoce a sí mismo.
El amor lo toma todo, y todo lo da.
Sólo el infortunio puede convertir un corazón de roca en un corazón humano.