La muerte aceptada con resignación no es ningún honor.
Amor: una serpiente con dos cabezas que se vigilan sin cesar.
Son mis ilusiones infantiles las que todavía me hacen decir si percibo una fisura en la coraza de un hombre: no todo está perdido, hace falta poco para hacer palpitar a ese corazón detenido.
Odio los juicios que sólo aplastan y no transforman.