Cuando somos jóvenes lamentamos no tener una mujer, cuando nos hacemos viejos lamentamos no tener a la mujer.
Hay algo más triste que envejecer, y es seguir siendo niño.
Es hermoso escribir porque reúne las dos alegrías: hablar uno solo y hablarle a la multitud.
El futuro vendrá de un largo dolor y un largo silencio.
Escribir poesía es como hacer el amor: nunca se sabrá si la propia alegría es compartida.
Si es cierto que nos acostumbramos al dolor, ¿cómo es que con el paso de los años sufrimos cada vez más?
La única alegría en el mundo es comenzar. Es hermoso vivir porque vivir es comenzar, siempre, a cada instante. Cuando falta esa sensación uno quisiera morir.
Pero la grande, la tremenda verdad es ésta: sufrir no sirve de nada.
Es verdad que sufriendo se puede aprender muchas cosas. Lo malo es que al haber sufrido hemos perdido fuerzas para servirnos de ellas.