Nada vale la ciencia si no se convierte en conciencia.
Nunca escribo mi nombre en los libros que compro hasta después de haberlos leído, porque sólo entonces puedo llamarlos míos.
El mejor sistema filosófico de todos es el de Jesucristo: el sistema de la benevolencia.
Quien habla mucho poco piensa.
No se llega a gran hombre si no se tiene el coraje de ignorar una infinidad de cosas inútiles.