La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren.
Todo imbécil execrable, que no tiene en el mundo nada de que pueda enorgullecerse, se refugia en este último recurso, de vanagloriarse de la nación a que pertenece por casualidad.
Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta siguientes, el comentario.
La cólera no nos permite saber lo que hacemos y menos aún lo que decimos.
Con ciertas personas vale más ser traicionado que desconfiar.
Cada uno tiene el máximo de memoria para lo que le interesa y el mínimo para lo que no le interesa.
Muchas veces las cosas no se le dan al que las merece más, sino al que sabe pedirlas con insistencia.
Los amigos se suelen considerar sinceros; los enemigos realmente lo son: por esta razón es un excelente consejo aprovechar todas sus censuras para conocernos un poco mejor a nosotros mismos, es algo similar a cuando se utiliza una amarga medicina.
El honor es la conciencia externa, y la conciencia, el honor interno.
La intuición no es una opinión, es la cosa misma.