Más vale un minuto de vida franca y sincera que cien años de hipocresía.
El hombre no debe seguir ciegamente un derrotero fijo.
Las verdades de los hombres tienen que ser como piedras y los cargos que ejercen, como cántaros: pase lo que pase debe romperse el cántaro.
El horizonte está en los ojos y no en la realidad.
El hombre es el más misterioso y el más desconcertante de los objetos descubiertos por la ciencia.
Nuestra fuerza esta en nuestro ideal con nuestra pobreza, no en la riqueza sin ideales.
El arte de un príncipe consiste en hacer el bien personalmente y el mal por segunda mano.
El carácter humano es como una balanza: en un platillo está la mesura, y en el otro la audacia. El mesurado tímido y el audaz indiscreto son balanzas con un brazo, trastos inútiles.