Todas las generalizaciones son peligrosas, incluida ésta.
Debemos amar, no importa a quién, no importa cómo, mientras se ame.
El matrimonio es una cadena tan pesada que para llevarla hace falta ser dos y, a menudo, tres.
El amor es física. El matrimonio, química.
La experiencia y la filosofía que no conducen a la indulgencia y a la caridad, son dos adquisiciones que no valen lo que cuestan.
El amor inspira las más grandes hazañas e impide realizarlas.
El primer amor, por curiosidad; el segundo, por despecho; el tercero, por costumbre.