Según vamos adquiriendo conocimiento, las cosas no se hacen más comprensibles, sino más misteriosas.
Vivimos en una época peligrosa. El ser humano ha aprendido a dominar la naturaleza mucho antes de haber aprendido a dominarse a sí mismo.
Los años arrugan la piel, pero renunciar al entusiasmo arruga el alma.
El dolor es para la humanidad un tirano más terrible que la misma muerte.
Con veinte años todos tienen el rostro que Dios les ha dado; con cuarenta el rostro que les ha dado la vida y con sesenta el que se merecen.
El propósito de la vida humana es servir, mostrar compasión y tener voluntad de ayudar a otros.